Ir al contenido principal

Caso Feresin: Un santafesino día de justicia



Tras 40 años de búsqueda y lucha, una sentencia que “le tuerce el brazo a los que querían imponer la impunidad”, como señaló Juane Basso Feresin, hijo del militante asesinado en 1977 Emilio Feresin.

Por Alfredo Montenegro



Transpirada, despeinada y aún revoleando una botellita de agua, Juana se sentó cansada pero contenta por ser parte de una lucha en la que fue criada y en la que acompañó a sus padres. Con sus nueve años, recorrió marchas y actos en los que solía abrazarse a sus viejos, dándole su apoyo inocente y rebelde. El jueves, tras horas de aguante en la calle frente a los tribunales santafesinos, cuando le pidieron unas palabras solamente dijo: “Memoria, Justicia y Verdad”, en una simple, fresca y contundente frase, como sintetizando una lucha parida mucho antes de su nacimiento y el de su hermanito. Minutos antes se celebraba el fallo que con altas condenas emitieron los jueces en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe por los delitos cometidos en “La Casita”, centro clandestino de detención donde fueron encerrados y torturados militantes populares, entre quienes Emilio Feresin, el abuelo de Juana, fue asesinado.

El jueves 30 de marzo, tras un mes de audiencias de juicio oral y público, fueron condenados cuatro policías y el ex juez Víctor Brusa. El tribunal fue presidido por Beatriz Caballero de Barabani, y los vocales Omar Ricardo Digeronimo y Ricardo Moisés Vásquez. Además de Feresin, que fue secuestrado el 10 de febrero de 1977 y falleció un mes después de sus torturas, otros doce compañeros (once mujeres y un hombre) también fueron secuestrados y torturados en la Comisaría 4ª, la Guardia de Infantería Reforzada (GIR) y La Casita.

Barrabasadas en latín

Esta vez, los pocos adictos a los represores no aparecieron en la audiencia, apenas dejaron  durante la noche unas pintadas con desesperadas consignas. Únicamente concurrieron a la lectura de la sentencia dos hijas de Brusa, separadas del resto de los militantes y familiares de Feresin que pudieron estar en la sala. Ya nadie se envalentonó, como en la audiencia del 2 de febrero último, cuando una hija del ex policía Eduardo Ramos amenazó al tribunal gritando: “Cuídense ustedes tres, que las cosas están cambiando”. Lo que no faltó fue una solitaria bombucha de agua cobardemente lanzada contra los militantes que ocuparon el frente del edificio tribunalicio.
Los fotógrafos registraron imágenes de los acusados mientras algunos intentaban taparse la cara, como si eso lo protegiera, y otros con miradas perdidas al techo de la sala pretendían demostrarse altivos.
Mientras unos desistieron de un descargo, no faltó otro al que se le dio por citar frases en latín para proferir palabras como ética, memoria, paciencia y misericordia, además de su falta de confianza en la justicia. También, volvieron a expresar “su malestar” por ser llevados “tres veces a juicios” y que “las víctimas y querellantes se intercalaron en sus roles”. Hasta se refirieron a cierta “anemia probatoria en sus causas” y se mostraron apenados por “las 400 personas fallecidas en cautiverio”.

Sentencias y penas acumuladas

El ex juez Brusa (68 años), fue penado con cuatro años de prisión efectiva por apremios ilegales contra Daniel Osvaldo Gatti. Pero la pena se le unificó a la dictada en 2009 –y ratificada en 2013– por lesa humanidad, con lo que quedó en 23 años.
El ex subcomisario y subjefe de la Comisaría 1ª y jefe de la 4ª de Santa Fe, Silvio Ramón Ferreyra (80), recibió 16 años de por privación Ilegal de la libertad agravada por el empleo violencias y amenazas (4 víctimas); tormentos agravados por tratarse de perseguidos políticos (3 hechos); y asociación Ilícita.
Juan Calixto Perizzotti (80), a cargo de la Oficina de Coordinación dependiente del Área 212 de Santa Fe, fue sentenciado a 20 años (se transformó en prisión perpetua al ser vinculada a una condena anterior), por haber sido encontrado responsable de los delitos de privación ilegal de la libertad, agravada por el empleo de violencia y amenazas contra 7 víctimas, y tormentos agravados en seis hechos.
En tanto, a María Eva Aebi (64), quien se desempeñó como agente de la Policía en la Brigada Femenina de la Unidad Regional y funcionaria del Departamento de Operaciones (D-3), la condenaron a 24 años de prisión.
Finalmente, a Eduardo Alberto Curro Ramos se le dictó la cadena perpetua al comprobarse su autoría en el asesinato de Emilio Feresin, ex representante zonal de Montoneros de Santa Fe y Paraná. También se lo condenó por su papel como ayudante en el Departamento de Informaciones Policiales (D-2), en el cual cometió allanamientos ilegales de domicilios y detenciones ilegales.
Mientras, en la calle tronaba esa advertencia transformada en cántico: “Como a los nazis, les va a pasar: a donde vayan los iremos a buscar”.

“Luchaban por un país para todos y todas”

Nadia Schujman, abogada de Hijos y compañera de Juane Basso Feresin, remarcó: “Hay una frase que resalta que los compañeros (víctimas del terrorismo de Estado) lucharon por un país para todos. Esta pelea por el juicio y castigo nos une. No se pueden olvidar los 40 años que lleva esta lucha, desde que Emilio fue secuestrado y María Rosa White (luego parte de Madres de Plaza de Mayo), empezó con las averiguaciones. Ni tampoco a María Luz Piérola que elevó las primeras denuncias y a mi suegra, María Eugenia Saint Girons, quien ya no está y siempre buscó justicia para Emilio”.
La abogada y militante –quien fue querellante junto a Alejandra Romero Niklison–, también agradeció profundamente a “los compañeros que pusieron el cuerpo una vez más para que esto fuera posible, a los compañeros de Hijos de Santa Fe, que nos acompañaron una vez más”. Y emocionada admitió: “Fue muy lindo estar adentro, en la audiencia, y escuchar los gritos y cánticos de afuera, era como un abrazo permanente. Ese amor, que sentimos nosotros y que ellos (los genocidas) nunca sentirán, hace que este motor siga y que no haya gobierno que nos detenga”,

“Torcer el brazo a los que querían imponer la impunidad”

Al salir del tribunal, Juane Basso Feresin tomó el micrófono y afirmó: “Estamos contentos, pero a la vez resulta algo contradictorio, porque todos los compañeros que nos faltan quisiéramos que estén acá, luchando con nosotros”.
También señaló: “Debemos reconocer que si llegamos al juicio de estos genocidas, de estos hijos de puta, es porque hubo mucho laburo y lucha, porque nos organizamos, porque estuvieron las Madres, los familiares, los compañeros sobrevivientes poniendo en marcha esta pelea de la que fueron formando parte cada vez más organizaciones, sindicatos, partidos políticos y distintos movimientos sociales. Por eso estamos acá, por esa lucha que hoy se transforma en una victoria popular y colectiva”.
“Debemos hacernos cargo de nuestras victorias”, prosiguió el hijo del militante montonero asesinado en 1977, y agregó: “Y esta victoria, como la movilización del 24 de marzo, la de los docentes, las de las mujeres, las de los trabajadores, y las que seguiremos haciendo; son victorias y parte de una misma lucha. Debemos sentir que logramos torcer el brazo de quienes querían imponernos la impunidad”.
“Tenemos que seguir juzgando a todos los genocidas y seguir la lucha de los 30 mil compañeros desaparecidos. Quiero reconocer a todos los que pasaron por este juicio y dieron sus testimonios, coma también recordar a todos los compañeros y compañeras que no están y a los familiares que nos acompañaron”, concluyó.

“Pudimos decir lo que pasó”

“Siempre se cierra un ciclo y se empieza otro. Teníamos temor a que no se den estas condenas, no porque no se lo merezcan, pero estamos conformes con las perpetuas dictadas y porque pudimos decir lo que realmente pasó”, señaló Anatilde Bugna, testigo y sobreviviente de La Casita.
Sobre los condenados, indicó que “ellos tuvieron la oportunidad de decir lo que pasó y no lo dijeron. Pudieron hablar, pero nunca permitieron que se les hiciera una pregunta. Si no se quisieron defender es porque no tenían forma de hacerlo”, y añadió: “En el primer juicio fui querellante y testigo en este. Tuve una relación de militancia con Emilio Feresin y todo ese grupo de 12 compañeros que fuimos secuestrados el 23 de marzo del 77”.
“Hoy quisiéramos que Emilio estuviera con nosotros, pero se hizo justicia. En este tiempo en el que todo es difícil, es importante lo que se logró, pero hay que seguir luchando”, sostuvo Anatilde, quien junto a Stella Maris Vallejos, Daniel Osvaldo Gatti, Vilma Raquel Guadalupe Juárez, Ana María Cámara, Hilda Celina Vivian Benavides, Mabel Ángela Caminos, Graciela Virginia Aguirre, Patricia Amalia Traba, Teresita María del Carmen Miño y Silvia Liliana Abdolatif, compartió militancia en la Juventud Peronista, primero, y cautiverio en La Casita, después.

Foto: Maia Basso

Entradas populares de este blog

Contra el LAWFARE a la santafesina

Informe: Primer juicio a genocidas en Rosario

Entrevista con el defensor de represores Gonzalo Miño: “El poder económico usó a los militares”