Nuevos testimonios en la causa Guerrieri III: “Tenía el sueño de dejar un mundo mejor”


La esposa y la hermana de Guillermo White, uno de los desaparecidos por los que se lleva adelante el juicio contra la patota del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército, reconstruyeron la historia de su secuestro y la lucha de su familia.

El juicio Guerrieri III, en el que se juzga a una decena de represores de la dictadura que operaron bajo la órbita del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército, continuó este miércoles 22 de febrero con dos conmovedoras declaraciones referidas al secuestro y desaparición de una de las víctimas de la causa: Guillermo White, un joven rosarino militante de Vanguardia Comunista detenido en Santa Fe junto a su primo político Emilio Feresin. Además de aportar los datos recogidos a lo largo de años de búsqueda, su esposa Stella Buna, al igual que su hermana María Rosa White, clamaron por “verdad y justicia”.

Segunda vuelta

Stella Buna vive desde 1979 en Francia, lugar en el que se exilió luego de haber sido secuestrada y llevada al CCD La Calamita. El miércoles pasado declaró por segunda vez en un juicio oral y público, pero en esta oportunidad su palabra no sólo sirvió para aportar a la reconstrucción de la mecánica de aquel lugar de exterminio, sino también para que se juzguen los delitos que cometieron contra ella y contra su pareja, ya que en Guerrieri I y II no habían llegado a incluirse como casos.
Ante una sala de audiencias colmada por sus primos, sobrinos políticos y amigos, Buna brindó un testimonio desgarrador aunque lleno de vida, en el que –como continuaría luego su cuñada María Rosa en el turno siguiente– reconstruyó la historia de lucha de la familia White-Saint Girons para saber qué pasó con Guillermo y con Emilio –por cuyo caso se instruye en paralelo otro juicio en Santa Fe (ver Noticias de un secuestro)–.
“El 19 de febrero de 1977 me fueron a buscar al domicilio de mi madre. Entraron a la madrugada, me encapucharon y ataron”, comenzó su relato la testigo, para luego contar cómo la patota de ahí se dirigió hasta el domicilio del hermano de su suegra –Enrique Saint Girons (quien vivía con su esposa Chiquita y su hija Analía) de donde no se llevaron a nadie–, después pasaron por otra casa que ubicó como de un compañero de militancia (tampoco hubo detenidos allí), hasta llegar al centro de detención que 30 años más tarde logró identificar como La Calamita.
Tal cual lo hiciera en su anterior declaración, Buna describió las características del lugar en el que estuvo cautiva, los duros tormentos a los que fue sometida y a la gente que pudo ver y oír. “Me tiran en una habitación donde estoy sola una semana y de donde me sacan para interrogarme. Me picanearon en diferentes partes, en los senos, y me decían que me iban a arruinar, que no podría tener hijos”, contó Stella, que en aquel entonces tenía 26 años. Y luego añadió: “Lo peor eran las cosas que decían sobre mi cuerpo, amenazaban con que me iban a violar, cosa que no ocurrió”.
La sobreviviente indicó que “luego trajeron a otras dos mujeres, que por lo que me contaron fueron secuestradas y llevadas allí junto a sus parejas”. También explicó que las tres se pudieron ver los rostros y decirse los nombres, para que la primera que saliera pudiera dar cuenta de las otras. Ellas eran María Luisa Rubinelli y María Amelia González, esposas de Aníbal Morcabel y Ernesto Traverso (desaparecidos al igual que White).
Entre algunas de las personas que estaban en el lugar, pero bajo otro régimen, Stella Buna mencionó a María y a Juan. Sobre este último refirió que varias veces se acercó a hablar con ella. “Tuvo como una actitud distinta –señaló la testigo–, como que me quería ayudar. Me dijo una vez: «Flaca ¿tu marido se llama Guillermo White? Está acá ¿querés que le diga algo?». Le dije que no, pensé que quería sacarme información”.
Buna declaró que otro día, mientras estaba en el baño, escuchó que había otra habitación donde estaban los hombres. Desde allí, aseguró, pudo oír la voz de su pareja, y confirmar su presencia en el lugar. Según pudo reconstruir, tanto Stella junto a María Rosa Saint Girons de White (su suegra, fundadora de Madres de plaza 25 de mayo, ya fallecida ) y otros familiares, Guillermo White había sido secuestrado el 10 de enero en un bar de Santa Fe cuando iba a encontrarse con Emilio Feresin, pareja de su prima hermana María Eugenia Saint Girons. En ese lugar de la capital provincial Guillermo y Emilio fueron “chupados” por una patota de la dictadura y llevados el primero a La Calamita y del segundo se sabe que estuvo en un CCD en las afueras de Paraná y otro en Santa Fe.

Los jarritos

Stella Buna relató, como ya lo hiciera en 2009, que una de las cuestiones que recuerda de su detención es que María (que hacía de cocinera) preguntaba a los represores todos los días cuántas raciones tenía que preparar, y recordó que la comida se les acercaba “en unos jarritos” que ella junto a las otras cautivas sumaban para saber cuántos eran en total los secuestrados en el lugar.
“Cuando había trece jarritos, sabíamos que éramos nosotras tres y nueve hombres”, rememoró. Del mismo modo se enteraban cómo iba aumentando el número de detenidos. Buna no pudo evitar volver a quebrarse emocionalmente cuando refirió que luego de una jornada de “mucho revuelo” en el centro de detención, al otro día sólo contaron “tres jarritos”.
La testigo contó que alrededor del 24 de marzo les avisaron a las tres que las iban a liberar, cosa que en su caso finalmente ocurrió los primeros días de abril. Recordó que la dejaron en un camino, cerca de Funes y que le dijeron que se quede quieta y no mire hasta que no escuche más el motor del auto.
Al cierre de su testimonio, Buna narró el camino de búsqueda de Guillermo White que ya había comenzado a hacer su suegra al que ella se sumó contando los datos que había obtenido durante su cautiverio, que incluyó habeas corpus, presentaciones, y recorridas por hospitales y morgues.
Por último, contó que en el año 1979 se fue a vivir al exilio en Francia, primero en París y luego en Toulouse, donde vive en la actualidad.

Amor militante

En un tramo de su declaración, Stella Buna contó cómo fue que nació su relación con su marido (hasta hoy desaparecido) Guillermo White, cuando cursaba el quinto año del Liceo Avellaneda. “El 22 de agosto de 1972 –rememoró–, cuando fue la masacre de Trelew, yo me paré en el medio del patio del colegio y pedí un minuto de silencio por los compañeros fusilados. Al instante, Guillermo se me acercó y me dijo: «Sos la mujer de mi vida»”.

Retrato de familia

La segunda declaración que se escuchó el mismo día, fue la de María Rosa White (hija), hermana de Guillermo, cuñada de Stella Buna y querellante en el juicio. “La última vez que lo vi a mi hermano fue a fines de 1976, había sido su cumpleaños”, recordó Marro, como se apoda la testigo.
La mujer, que trazó una postal de cómo impactó el hecho en el entorno familiar, testimonió ante el tribunal que rápidamente se enteraron que el 10 de febrero “habían secuestrado a Guillermo en Santa Fe, junto a Emilio Feresin”, pareja de su prima María Eugenia Saint Girons, quien fue capturada al día siguiente. “Mi prima también fue detenida, el mismo día que tuvo a su hijo Juan Emilio”, agregó.
La testigo relató el periplo que inició su madre para encontrar un dato sobre Guillermo White. Presentaciones judiciales, cartas a organismos internacionales, a jueces y religiosos. Una búsqueda sin pausa que la llevó a ser una de las fundadoras de las Madres de la plaza de mayo de Rosario. “Mamá en esos días viaja a Santa Fe, donde averigua que (Guillermo y Emilio) habían sido secuestrados por civiles apoyados por un carro militar”, declaró Marro, quien añadió que “ese mismo mes” desapareció su cuñada Stella Buna.
La querellante, que recordó que en ese momento ya tenía tres hijos y que debió vivir el exilio interno yéndose a Mendoza, explicó cómo impactó el hecho en su familia. “Al año, mi padre muere a causa de esto. Mi madre dedicó su vida a la lucha”, remarcó María Rosa White. “Todo esto influye en mis hijos, en su aspecto cognoscitivo, en miedos”, aseguró Marro e ilustró: “El hecho de no saber era una tortura psicológica. Lo mismo que no poder hacer el duelo. Es como un presente que ha quedado detenido, una sensación de que sigue ocurriendo hasta hoy, como si fuera un puro presente”.
En sintonía con la declaración de Buna, María Rosa White testificó que su cuñada contó a la familia que en el centro clandestino de detención en el que estuvo cuarenta días escuchó a Guillermo.
Sobre el cierre de la audiencia, y consultada por su abogada Nadia Schujman, Marro explicó por qué estaba presente en ese juicio. “Soy querellante por mi madre, que falleció un día después del 24 de marzo de 2001; por mis hijos, por mis sobrinos, por el futuro y por mi hermano: de quien admiré su valentía y sus convicciones, y que tenía el sueño de dejar un mundo mejor”.

Datos del juicio

En Guerrieri III, que se inició el pasado 13 de octubre, se investigan los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en los centros clandestinos de detención (CCD) La Calamita, Quinta de Funes, Escuela Magnasco y La Intermedia, que funcionaron bajo la órbita del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército.
Los imputados son los militares (RE) Pascual Oscar Guerrieri, Marino Héctor González, Alberto Enrique Pelliza, Jorge Alberto Fariña, Juan Amelong y los personales civiles de inteligencia (PCI) Walter Salvador Dionisio Pagano, Eduardo Rodolfo Costanzo, Ariel López, Juan Andrés Cabrera y Rodolfo Daniel Isach (quien además fue comisario de la Policía provincial).
Entre otros delitos, en el proceso se investigan los asesinatos y desapariciones de Jorge Horacio Novillo, Eduardo José Toniolli, Stella Hillbrand De Del Rosso, Carlos Rodolfo Juan Laluf, Marta María Benassi, Miguel Ángel Tosetti, Oscar Daniel Capella, Ana María Gurmendi, Fernando Dante Dussex, Héctor Pedro Retamar, María Adela Reyna Lloveras, Teresa Soria De Sklate, Raquel Ángela Carolina Negro, Marta María Forestello, Liliana Nahs De Bruzzone, Alberto Barber Caixal, Fernando Rubén Messiez, Aníbal Morcabel, Héctor Larrosa, Ernesto Víctor Traverso, Guillermo White, Fernando Feliz Agüero, Rubén Daniel Flores, Edgar Tulio Valenzuela –cuya desaparición ocurrió tiempo después de los hechos juzgados– y Jorge Luis Ruffa, cuyos restos fueron identificados.
También se imputa a los acusados los secuestros, privaciones ilegales de la libertad y tormentos de los ex detenidos y sobrevivientes Jaime Feliciano Dri, Carlos Alberto Novillo, Alejandro Luis Novillo, Graciela Inés Zitta, Susana Elena Zitta, Emma Stella Buna, Rafael Bielsa, Carmen Cantalejo, Patricia Beatriz Coria, Francisca Daniela Domínguez, Mercedes Domínguez, Eduardo Francisco Ferreyra, Daniel Ángel Luis Fuhr, Diego Aníbal Walter Fuhr, Juan Carlos Gesualdo, María Amelia González, Luis Megias, Viviana Nardoni, Adriana Del Huerto Quaranta, Laura Esther Repetti, María Luisa Rubinelli y Elena Sarnari.

Foto: Guillermo White (el de la izquierda), acompañado por su prima hermana, María Eugenia Saint Girons y su pareja Emilio Feresin.

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