Juicio Cambiaso - Pereyra Rossi. Entrevista a Hugo Basso: “Cuando uno declara, la cabeza se te vuelve para atrás”
En el marco del juicio que investiga el secuestro y posterior asesinato de los militantes peronistas –ocurrido en mayo de 1983–, Hugo Basso, compañero y amigo de ambos, brindó testimonio y dialogó con Diario de los Juicios.
Por Santiago Garat
“Yo ya había declarado hace un año y medio en el juicio de La Perla, ya que soy uno de los 70 sobrevivientes de ese Centro Clandestino de Detención y querellante además en la causa”, aclara Basso, al ser consultado sobre las sensaciones después de haber tenido que recordar y relatar momentos terribles de su vida, y admite: “Y me volvió a pasar lo mismo. Cada vez que uno declara, la cabeza se te vuelve para atrás, y después cuesta un poco volver al presente. Y cuando volvés, no volvés igual”.
Este hombre que hoy dirige un semanario en Rufino, lugar donde nació y al que volvió para echar raíces hace más de una treintena de años, habla de sensaciones encontradas. “Tiene esas dos cosas: por un lado, revivir momentos que para uno fueron muy intensos, bravos y shockeantes; y por el otro lado, encontrarse con compañeros que hace mucho no veía, algo que me ocurrió tanto en Córdoba como en Rosario”, argumenta.
Un último secuestro, ¡no!
Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi fueron secuestrados en un bar céntrico rosarino y tras ser sometidos a torturas en un galpón de las afueras de la ciudad, fueron entregados a una patota del Comando Radioeléctrico de Tigre, al mando de Luis Abelardo Patti. Sus cuerpos, baleados, aparecieron poco después en un camino rural cercano a la localidad bonaerense de Lima. La policía, entonces, emitió un comunicado asegurando que se había tratado de “un enfrentamiento armado”.
“A Osvaldo lo había visto el jueves anterior –rememora Hugo– porque trabajábamos juntos en un taller de fotomecánica que teníamos en la calle Paraguay, en el que hacíamos películas para impresiones en offset. Mientras almorzábamos, me contó que iba a viajar a Santa Fe y que nos íbamos a encontrar el sábado siguiente para ir a Rufino a la inauguración de una unidad básica de unos amigos. Ese sábado, estábamos en el taller con un par de compañeros más y cayó otro compañero que era quien debía buscar al Viejo y a Carlón diciendo que no había ido ninguno a la cita. Ahí nos empezamos a preocupar, así que salimos a buscarlos en lugares que suponíamos podían llegar a estar, pero no hubo caso”.
Varios partieron a Rufino, pensando que había surgido algún imprevisto pero que iban a llegar igual a la inauguración. “Al ver que no llegaban empezamos a confirmar alguna sospecha que ya teníamos, y que tenían que ver con que había pasado lo peor”, rememora Basso, y lamenta: “Después, empezó a llegar información de lo que había ocurrido en el bar Magnum (de Córdoba y Ovidio Lagos) y con el correr de las horas nos confirmaron que se habían llevado a dos personas de ahí, que eran físicamente muy parecida a ellos dos y ya no quedaron dudas: se habían llevado al Viejo y a Carlón”.
El martes posterior se realizó una movilización en rosario de la que participó muchísima gente, reclamando la aparición de los militantes peronistas. “Ese mismo día, no recuerdo si durante la marcha o cuando ya había terminado, los medios nacionales empezaron a difundir la información de que habían aparecido los dos cuerpos mutilados, torturados y fusilados en la provincia de Buenos Aires”.
El Viejo y Carlón
“Eran dos tipos excepcionales, con una voluntad militante inmensa”, dice Basso a la hora de describir a sus amigos, y destaca la incansable lucha de Cambiaso: “Osvaldo había estado preso en la dictadura de Onganía, salió y siguió militando. Después estuvo preso en la de Videla, salió y volvió a militar reorganizando la fuerza en la provincia de Santa Fe. Para él, la lucha era la vida misma”.
Al momento de ser secuestrados, ambos integraban Intransigencia y Movilización, una corriente interna del justicialismo desde la cual se aprestaban a participar de las elecciones convocadas para ese mismo año. Para Basso ese fue el costo que se pagó.
“En ese momento, participar en el proceso democrático que se avecinaba implicaba también que los compañeros de más experiencia y responsabilidades, de la conducción, como ellos, tuvieran que comenzar a hacerse visibles y a tener una actividad política mas abierta. Y ese fue el precio que se pagó. Un precio altísimo”, sentencia.
Tiempos difíciles
Para Basso, los primeros años que le siguieron al fin de la dictadura no fueron sencillos. “Si bien la vuelta de la democracia fue una gran conquista del pueblo, un alivio para todos y un comenzar a vivir y a construir un país de otra manera, como se debe, para los sobrevivientes de aquella época, los que habíamos estado presos, los militantes, no nos fue fácil”, dice, y argumenta: “Fueron años en los que cada uno sentía que tenía adentro un montón de cosas que no podía explicitar, años en que te miraban de reojo. La palabra «terrorista» siempre estaba en la punta de la lengua de cierta gente, gente que hacía una interpretación de la historia que es muy bastarda, falsa, fascista, muy de mierda”.
Sin embargo, en 2003, volverían a soplar buenos vientos. “Durante muchos años cada uno tuvo su pasado como guardado, hasta que desde hace un poquito más de diez años, con la llegada de Néstor al poder y con el nacimiento de esta nueva etapa en la historia argentina, pudimos empezar a decir realmente lo que había sucedido. A volver a ocupar un lugar en la sociedad como lo que fuimos: tipos que luchamos”, remarca, y celebra: “Además, después del retroceso que habían significado las leyes de impunidad, y de un largo camino recorrido, llegamos a este presente en el que se juzga y condena, en los casos en que se los encuentra culpables, a los responsables del terrorismo de Estado”.
Desde hace casi 30 años, Hugo dirige el semanario La Tribuna del Sur, en Rufino, localidad en la que decidió instalarse con su compañera un año después del secuestro de sus amigos. “Fue una manera de sobrevivir, aparte en lo laboral lo único que me sale más o menos bien es escribir”, dice entre risas respecto del proyecto periodístico, y concluye: “Además me sirvió para poder expresar un montón de cosas que de otra manera hubiese sido muy difícil expresarlas”.
Foto: Franco Trovato Fuoco