Juicio a los genocidas de San Nicolás: La sentencia será el 27 de diciembre
Por Martín Stoianovich. Llegó el día de la última audiencia del primer juicio que juzga a los represores que actuaron en la última dictadura cívico militar en San Nicolás. Luego de haberse escuchado en las semanas previas las lecturas de los alegatos de todas las partes, en esta oportunidad se realizaron las réplicas y las dúplicas. Además, se les cedió a los imputados la última palabra antes del veredicto. Sólo declararon Antonio Federico Bossié y Jorge Muñoz, mientras que Manuel Fernando Saint Amant permaneció en silencio como a lo largo de estos seis meses y pocas semanas que lleva el juicio. La sentencia tiene fecha confirmada para el jueves 27 de diciembre a las 12 en el Tribunal Oral Federal Número 2 de Rosario.
En las intervenciones de los fiscales, tanto de Adriana Saccone como de Juan Patricio Murray, se declaró lo inadmisible que resulta el intento de la defensa de revalidar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Así como también se mantuvo la disconformidad ante la intención de los abogados defensores de lograr de esta manera la aplicación ultractiva de una ley más benigna que favorezca a los imputados.
Se sostuvo que no hubo fundamentos para declarar inconstitucional la ley que vuelve nula a las antiguas leyes del perdón, y que la declaración de la nulidad por la nulidad misma es también inadmisible. También se mencionaron algunos de los yerros de la defensa respecto de, como la hipótesis del suicidio en el caso del matrimonio de María del Carmen Fettolini y Omar Amestoy, asesinados en la masacre de la calle Juan B. Justo el 19 de noviembre de 1976.
En ese hecho también murieron los niños María Eugenia y Fernando Amestoy, debido a las asfixias causadas por las granadas de gases lacrimógenos; y Ana María Granada, víctima de varios disparos por parte de las fuerzas conjuntas que llevaron a cabo el operativo.
La hipótesis de la defensa en este caso dice que la muerte de Granada fue producto de un enfrentamiento, mientras que los chicos murieron por el humo de documentaciones de la organización que las víctimas estaban quemando. Esto fue rechazado firmemente, tanto por la fiscalía como por la querella conformada por Ana Oberlin, Carolina Ibáñez, Lucas Ciarniello y Álvaro Baella.
La última palabra de los imputados Saint Amant atinó a desprender de su quietud un simple vaivén de negación con la cabeza ante los jueces cuando se le ofreció dar las últimas palabras. En silencio, como lo fue haciendo a lo largo de todo el juicio, le cedió el lugar a Antonio Federico Bossié.
Bossié, antes de tomar formalmente la palabra, avisó que, pese a que logró recuperarse “en gran parte”, un problema cerebral que había tenido en el año 2002 le dejó algunas secuelas en su manera de expresarse. Primero volvió a recalcar que no reconoce al Tribunal que lo está juzgando, aunque se mostró agradecido por el trato brindado hacia él, tanto por parte del mismo Tribunal como de sus abogados. Los quince minutos que se le habían permitido al imputado para manifestarse, se extendieron por demás de la mano del desarrollo de gran parte de la carrera militar de Bossié, que en fin poco tenía que ver con los hechos puntuales que lo sentaron en el banquillo.
Nombró a varios integrantes nicoleños de organizaciones revolucionarias que trabajaban a lo largo del país, así como también detalló algunos de los operativos que se le adjudicaron al Partido Revolucionario de los Trabajadores y a Montoneros. Respecto de la masacre de la calle Juan B. Justo, volvió a insistir en que su objetivo era averiguar la identidad de los que vivían en el hogar que horas más tarde resultaría destrozado.
“No fuimos a capturar ni mucho menos a matar”, sostuvo. Además, recalcó una vez más la hipótesis del suicidio, pero con la excepción de que esta vez también abrió la posibilidad a la absurda y macabra idea de que Ana María Granada haya matado a sus dos compañeros antes de ser acribillada por las fuerzas conjuntas. Por otro lado, también depositó la responsabilidad de la muerte de los niños en sus padres, que supuestamente se encontraban quemando documentación. Antes de finalizar, Bossié se topó con la firmeza de Oberlin, quien pidió al Tribunal que no se le permitiera al imputado hablar de sus familiares, para evitar cualquier tipo de mención malintencionada, más allá de que nada tengan que ver en este juicio.
Jorge Muñoz, por su parte, fue más conciso desde un comienzo. “Acá se ha dicho todo en estos seis meses”, señaló. La particularidad de Muñoz a la hora de hablar lo hizo situarse entre la soberbia y la seriedad, ya que pocas palabras le alcanzaron para negar todos los delitos por los que se lo acusa. “Yo he cumplido con mi deber”, soltó luego de intentar desprenderse de las acusaciones. Después de hacer referencia a una supuesta veracidad de todos sus dichos a lo largo de este juicio, como así también en declaraciones de años anteriores, finalizó ironizando en referencia a la justicia divina y emitiendo un seco “Feliz Navidad”.
Foto: Graciela Borda
En las intervenciones de los fiscales, tanto de Adriana Saccone como de Juan Patricio Murray, se declaró lo inadmisible que resulta el intento de la defensa de revalidar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Así como también se mantuvo la disconformidad ante la intención de los abogados defensores de lograr de esta manera la aplicación ultractiva de una ley más benigna que favorezca a los imputados.
Se sostuvo que no hubo fundamentos para declarar inconstitucional la ley que vuelve nula a las antiguas leyes del perdón, y que la declaración de la nulidad por la nulidad misma es también inadmisible. También se mencionaron algunos de los yerros de la defensa respecto de, como la hipótesis del suicidio en el caso del matrimonio de María del Carmen Fettolini y Omar Amestoy, asesinados en la masacre de la calle Juan B. Justo el 19 de noviembre de 1976.
En ese hecho también murieron los niños María Eugenia y Fernando Amestoy, debido a las asfixias causadas por las granadas de gases lacrimógenos; y Ana María Granada, víctima de varios disparos por parte de las fuerzas conjuntas que llevaron a cabo el operativo.
La hipótesis de la defensa en este caso dice que la muerte de Granada fue producto de un enfrentamiento, mientras que los chicos murieron por el humo de documentaciones de la organización que las víctimas estaban quemando. Esto fue rechazado firmemente, tanto por la fiscalía como por la querella conformada por Ana Oberlin, Carolina Ibáñez, Lucas Ciarniello y Álvaro Baella.
La última palabra de los imputados Saint Amant atinó a desprender de su quietud un simple vaivén de negación con la cabeza ante los jueces cuando se le ofreció dar las últimas palabras. En silencio, como lo fue haciendo a lo largo de todo el juicio, le cedió el lugar a Antonio Federico Bossié.
Bossié, antes de tomar formalmente la palabra, avisó que, pese a que logró recuperarse “en gran parte”, un problema cerebral que había tenido en el año 2002 le dejó algunas secuelas en su manera de expresarse. Primero volvió a recalcar que no reconoce al Tribunal que lo está juzgando, aunque se mostró agradecido por el trato brindado hacia él, tanto por parte del mismo Tribunal como de sus abogados. Los quince minutos que se le habían permitido al imputado para manifestarse, se extendieron por demás de la mano del desarrollo de gran parte de la carrera militar de Bossié, que en fin poco tenía que ver con los hechos puntuales que lo sentaron en el banquillo.
Nombró a varios integrantes nicoleños de organizaciones revolucionarias que trabajaban a lo largo del país, así como también detalló algunos de los operativos que se le adjudicaron al Partido Revolucionario de los Trabajadores y a Montoneros. Respecto de la masacre de la calle Juan B. Justo, volvió a insistir en que su objetivo era averiguar la identidad de los que vivían en el hogar que horas más tarde resultaría destrozado.
“No fuimos a capturar ni mucho menos a matar”, sostuvo. Además, recalcó una vez más la hipótesis del suicidio, pero con la excepción de que esta vez también abrió la posibilidad a la absurda y macabra idea de que Ana María Granada haya matado a sus dos compañeros antes de ser acribillada por las fuerzas conjuntas. Por otro lado, también depositó la responsabilidad de la muerte de los niños en sus padres, que supuestamente se encontraban quemando documentación. Antes de finalizar, Bossié se topó con la firmeza de Oberlin, quien pidió al Tribunal que no se le permitiera al imputado hablar de sus familiares, para evitar cualquier tipo de mención malintencionada, más allá de que nada tengan que ver en este juicio.
Jorge Muñoz, por su parte, fue más conciso desde un comienzo. “Acá se ha dicho todo en estos seis meses”, señaló. La particularidad de Muñoz a la hora de hablar lo hizo situarse entre la soberbia y la seriedad, ya que pocas palabras le alcanzaron para negar todos los delitos por los que se lo acusa. “Yo he cumplido con mi deber”, soltó luego de intentar desprenderse de las acusaciones. Después de hacer referencia a una supuesta veracidad de todos sus dichos a lo largo de este juicio, como así también en declaraciones de años anteriores, finalizó ironizando en referencia a la justicia divina y emitiendo un seco “Feliz Navidad”.
Foto: Graciela Borda