“Estoy aquí para acusarlos”
Este lunes se reanudaron las audiencias del juicio Díaz Bessone en el Tribunal Oral Federal Dos (TOF2), donde se juzgan delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar de Rosario. Esther Cristina Bernal, Graciela Borda Osella y Gonzalo Fernández Bruera relataron ante los jueces Jorge Venegas, Beatriz Baravani y Otmar Paulucci los pormenores de sus secuestros y posteriores torturas en el Servicio de Informaciones de la policía (SI).
Con una potente introducción, Bernal puso negro sobre blanco algunos de los porqués de la dictadura, y plantó su identidad política como la principal razón de su secuestro y el genocidio vivido por su generación: “Fui secuestrada el 17 de agosto de 1977 , soy peronista, nací en un hogar peronista, mis padres fueron los primeros afiliados al PJ en Misiones. Afiliado a Empleados de Comercio, en el golpe del 55´ vi a mi padre esconder el cuadro de Perón. Mi madre se negó a votar hasta que no volviera Perón. Entendí que el peronismo más allá q una palabra es una doctrina, una idea en la cabeza y una llama en el corazón. Este plan de aniquilamiento no logró quebrarme en mi identidad política, a pesar de las torturas, de las rejas, de la presión familiar. Estoy aquí para acusarlos, y para decir lo que muchos de mis compañeros no pudieron.
La ex diputada provincial y ex funcionaria de la provincia de Misiones brindó un contundente testimonio que se inició con la historia política de su familia en el justicialismo -”el peronismo es una idea en la cabeza y una llama en el corazón”, dijo- hasta llegar al 17 de agosto de 1977, cuando fue secuestrada junto con su hija de tres años y medio, y un grupo de amigos, en Rosario.
Bernal recordó que por entonces militaba en la Juventud Peronista y estudiaba en la Facultad de Odontología de esta ciudad, y que la madrugada que cayó en manos de la dictadura fue a su domicilio “una patota de 15 personas comandada por El Vasco”.
“Me golpean y me dicen: `En la parrilla vas a hablar`”, recordó la sobreviviente, y explicó que en un primer momento la separaron del grupo, pero llevó consigo a su hija.
“El momento más terrible fue cuando me separan de mi hija, nos tironearon hasta que la dejé porque era peor y me llevan a no sé dónde”, añadió. Sobre la tortura que sufrió Bernal relató: “Me desvisten, me llevan a una camilla, me atan las manos con gomas y me ponen un trapo en la boca, mientras que colocan una pinza de metal de la que colgaban cables”.
“Uno pide la picana de 110 (voltios) y luego la de 220 y me torturan aproximadamente durante 7 u 8 horas; cuando uno se cansaba le pedía a otro que continuara”, precisó la testigo. Identificó a sus torturadores por los apodos Managua, El Ciego, Carlos Baravalle (un detenido que se convirtió en represor y se suicidó hace unos años en Italia antes de ser capturado), el Sargento; y el ex comandante de Gendarmería Agustín Feced, jefe de policía de Rosario en aquellos años.
“Me torturaron en todo el cuerpo, en los ojos, en la vagina, en la boca”, puntualizó Bernal, para luego contar que fue trasladada durante cinco horas a otro sitio que no reconoció y fue llevada nuevamente al SI, al lugar conocido como El Sótano.
“Ahí me ponen en una pieza y estoy dos días sin comer ni beber nada, y me dijeron que si me daban agua iba a reventar como un sapo”, añadió la sobreviviente.
Según contó Bernal, “El Sótano era lo más siniestro que alguien pueda idear o imaginarse, se convivía con el horror, estábamos sin vendas y bajaban a cada rato los torturadores”.
Por último, la mujer relató que el 7 de septiembre, el Día del Montonero, “el comandante Feced organiza un banquete con comida que nos hace pedir a nuestros familiares”.
“Nos dijo que iba a ser la cena del triunfo sobre la subversión, que iba a festejar su triunfo porque había vencedores y vencidos, y que él había ganado”, relató.
Además, contó que para celebrar la fecha “adelantó el fusilamiento de siete compañeros”. Feced no está imputado en la causa porque falleció en la década del 80.
El Tío Feced
Después de Cristina declaró Graciela Borda, quien dejó perplejos a los jueces al contar la particular historia que le tocó vivir, siendo sobrina del máximo represor del SI, Agustín Feced, y habiendo sido secuestrada y recluida junto a su marido y una compañera en aquel centro clandestino de detención.
El testimonio de Graciela fue largamente reflejado en un artículo que publicó en 2001 el mensuario El Eslabón y que reproducimos en Redacción Rosario (Ver nota aparte).
Luego de Graciela fue el turno de Gonzalo Fernández, quien fuera secuestrado junto a su padre en el marco de un operativo en el que buscaban a su hermano Rodolfo, el “Gallego”, un militante de Montoneros que gracias a una audacia de Gonzalo –que se pudo escapara en una primera oportunidad de los represores– logró escapar de las garras de los terroristas de estado. Rodolfo declarará este martes a las 9 en el TOF2.
Los acusados en la causa son el ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone; los ex policías José Rubén Lofiego (El Ciego); Mario Alfredo Marcote (El Cura); José Carlos Scortechini y Ramón Rito Vergara; y el civil Ricardo Miguel Chomicky.
Fuentes: El Eslabón / Télam / Diario del Juicio
Con una potente introducción, Bernal puso negro sobre blanco algunos de los porqués de la dictadura, y plantó su identidad política como la principal razón de su secuestro y el genocidio vivido por su generación: “Fui secuestrada el 17 de agosto de 1977 , soy peronista, nací en un hogar peronista, mis padres fueron los primeros afiliados al PJ en Misiones. Afiliado a Empleados de Comercio, en el golpe del 55´ vi a mi padre esconder el cuadro de Perón. Mi madre se negó a votar hasta que no volviera Perón. Entendí que el peronismo más allá q una palabra es una doctrina, una idea en la cabeza y una llama en el corazón. Este plan de aniquilamiento no logró quebrarme en mi identidad política, a pesar de las torturas, de las rejas, de la presión familiar. Estoy aquí para acusarlos, y para decir lo que muchos de mis compañeros no pudieron.
La ex diputada provincial y ex funcionaria de la provincia de Misiones brindó un contundente testimonio que se inició con la historia política de su familia en el justicialismo -”el peronismo es una idea en la cabeza y una llama en el corazón”, dijo- hasta llegar al 17 de agosto de 1977, cuando fue secuestrada junto con su hija de tres años y medio, y un grupo de amigos, en Rosario.
Bernal recordó que por entonces militaba en la Juventud Peronista y estudiaba en la Facultad de Odontología de esta ciudad, y que la madrugada que cayó en manos de la dictadura fue a su domicilio “una patota de 15 personas comandada por El Vasco”.
“Me golpean y me dicen: `En la parrilla vas a hablar`”, recordó la sobreviviente, y explicó que en un primer momento la separaron del grupo, pero llevó consigo a su hija.
“El momento más terrible fue cuando me separan de mi hija, nos tironearon hasta que la dejé porque era peor y me llevan a no sé dónde”, añadió. Sobre la tortura que sufrió Bernal relató: “Me desvisten, me llevan a una camilla, me atan las manos con gomas y me ponen un trapo en la boca, mientras que colocan una pinza de metal de la que colgaban cables”.
“Uno pide la picana de 110 (voltios) y luego la de 220 y me torturan aproximadamente durante 7 u 8 horas; cuando uno se cansaba le pedía a otro que continuara”, precisó la testigo. Identificó a sus torturadores por los apodos Managua, El Ciego, Carlos Baravalle (un detenido que se convirtió en represor y se suicidó hace unos años en Italia antes de ser capturado), el Sargento; y el ex comandante de Gendarmería Agustín Feced, jefe de policía de Rosario en aquellos años.
“Me torturaron en todo el cuerpo, en los ojos, en la vagina, en la boca”, puntualizó Bernal, para luego contar que fue trasladada durante cinco horas a otro sitio que no reconoció y fue llevada nuevamente al SI, al lugar conocido como El Sótano.
“Ahí me ponen en una pieza y estoy dos días sin comer ni beber nada, y me dijeron que si me daban agua iba a reventar como un sapo”, añadió la sobreviviente.
Según contó Bernal, “El Sótano era lo más siniestro que alguien pueda idear o imaginarse, se convivía con el horror, estábamos sin vendas y bajaban a cada rato los torturadores”.
Por último, la mujer relató que el 7 de septiembre, el Día del Montonero, “el comandante Feced organiza un banquete con comida que nos hace pedir a nuestros familiares”.
“Nos dijo que iba a ser la cena del triunfo sobre la subversión, que iba a festejar su triunfo porque había vencedores y vencidos, y que él había ganado”, relató.
Además, contó que para celebrar la fecha “adelantó el fusilamiento de siete compañeros”. Feced no está imputado en la causa porque falleció en la década del 80.
El Tío Feced
Después de Cristina declaró Graciela Borda, quien dejó perplejos a los jueces al contar la particular historia que le tocó vivir, siendo sobrina del máximo represor del SI, Agustín Feced, y habiendo sido secuestrada y recluida junto a su marido y una compañera en aquel centro clandestino de detención.
El testimonio de Graciela fue largamente reflejado en un artículo que publicó en 2001 el mensuario El Eslabón y que reproducimos en Redacción Rosario (Ver nota aparte).
Luego de Graciela fue el turno de Gonzalo Fernández, quien fuera secuestrado junto a su padre en el marco de un operativo en el que buscaban a su hermano Rodolfo, el “Gallego”, un militante de Montoneros que gracias a una audacia de Gonzalo –que se pudo escapara en una primera oportunidad de los represores– logró escapar de las garras de los terroristas de estado. Rodolfo declarará este martes a las 9 en el TOF2.
Los acusados en la causa son el ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone; los ex policías José Rubén Lofiego (El Ciego); Mario Alfredo Marcote (El Cura); José Carlos Scortechini y Ramón Rito Vergara; y el civil Ricardo Miguel Chomicky.
Fuentes: El Eslabón / Télam / Diario del Juicio