Un tiro por la culata
En el juicio a los integrantes de la patota de la dictadura del Servicio de Informaciones de Policía, declaró este miércoles el vicerrector de la Universidad Nacional de Rosario, Eduardo Seminara, sobreviviente del centro de exterminio que funcionó allí. Entre los acusados de la causa, reconoció a José Scorteccini, con quien había jugado de chico en la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ). Los abogados de los represores presentaron como testigo a un amigo íntimo de Scortechini que terminó complicándolo aun más, ya que confirmó los dichos de Seminara y confesó que habían compartido juegos en la ACJ. “Jugábamos al ladrón y poli”, declaró Alejandro Bird.Juicio Díaz Bessone
Seminara declaró ante el Tribunal Oral federal Nº 2 de Rosario que fue detenido en julio de 1976 mientras hacia la colimba. “En la guardia de personal del 2º Cuerpo de Ejército –recordó el testigo– un uniformado y otro de civil me introducen a una sala y me sacan mi pertenencias me golpean y me dicen que estoy detenido. Luego soy subido a una avioneta donde el conductor saca una pistola y me dice «mirá pibe cualquier cosa que hagas te fusilamos acá nomás»”.
El actual vicerrector de la UNR contó cómo fue torturado una vez en el Servicio de Informaciones: “Me llevan a los golpes y me suben por una escalera. Alcanzo a ver que era una especie de sala de guardia donde había otras personas vendadas y tiradas en el piso. Me desnudan, yo venía vestido de soldado. Me vendan y llevan a una sala y me golpean la cabeza contra la pared y contra el piso, venían otros y me tiraban y caía al piso, así 2 o 3 horas”.
El calvario de Seminara no terminó ahí. “Luego me quemaron con cigarrillos entre 30 y 40 quemaduras, en todo el cuerpo –continuó el testigo–. Acto seguido vino el especialista interrogador y dijo «éste va directo a la parrilla». Era una parrilla médica. Me ataron manos y piernas, me mojaron el cuerpo y me metieron picana. Previo a esto me aplicaron el submarino”.
Eduardo Seminara indicó que “las sesiones de tortura con picana eléctrica tenían un supervisor médico, o estudiante avanzado de medicina, y por ahí decía «pará que se va», como que me iba a morir. La picana era aplicada en varias partes del cuerpo, las de mayor sensibilidad. El cuerpo se recalienta. Recuerdo que me mojaban y ponían el ventilador”.
El sobreviviente señaló que le preguntaban sobre su militancia en la Juventud Peronista y que “un día se acercó José Scortechini (uno de los seis acusados del juicio) y me dijo «no seas boludo no te hagas matar en la tortura». No dudo que era Scortechini, él sabía quién era yo y yo sabía que él era policía”.
El Vice Rector del la UNR prosiguió su crudo relato: “Así estuve siete días, sin comer, sin tomar agua. Recuerdo a Sonia que cada tanto pasaba con un trapo mojado y me mojaba los labios. Tomaba agua del inodoro, recuerdo a un detenido de apellido Vilches, que fue el único que me acercó una fruta”.
Entre otros de los integrantes de la patota de Feced, Seminara identificó a Rubén Lofiego y a Mario Marcote.
“Tengo problemas circulatorios por las torturas, tuve infecciones en las piernas y en las manos, nunca tuve atención médica salvo una clandestina por un enfermero de la U3 que no recuerdo su nombre. Las cárceles estaban bajo las ordenes del 2º cuerpo de ejército y las administraba gendarmería”, agregó el testigo.
Seminara contó que “también vi en un momento cómo le daban comida a otros presos, a través de la venda, a un civil llamado Carlos Brunatto alias Tu Sam”.
El testimonio de Seminara continuó con la misma intensidad. “De allí fui trasladado a la U3 en un celular a cargo del la policía provincial‒denunció‒. Recuerdo a otros detenidos como Milberg, Chiartano y Corbella. Cuando llegamos, por el estado en que lo hicimos, un médico no quiso recibirme. Yo pesaba 40 o 45 kilos. Luego de un acta fuimos trasladados a un pabellón celular. Allí encontré a Pedro Galeano, un estudiante de Ciencias Económicas que estaba muy golpeado, no podía moverse por sus propios medios. Con Corbella manifestamos la preocupación, y hablamos con otros presos y no nos explicábamos el sadismo contra él. Nos enteramos que era consecuencia de tirarlo al aire varias veces y dejarlo caer con su cuerpo contra el piso. Luego lo sacaron y otros detenidos dicen que le aplicaron la ley de fuga, no podría haberse fugado porque su cuerpo no lo permitía, todos los que estábamos en el pabellón lo sabíamos. Fue asesinado”.
El testigo recordó que de la U3 fueron trasladados a Coronda. “Ahí a los detenidos de Rosario los custodiaba gente del Batallón 121 y a los de Santa Fe gente del 122. Nosotros estábamos a cargo del General Roulet. Coronda ya tenía una estructura organizada por el ejercito. Recuerdo al Doctor Rosúa, a Rubén Dunda, al ex intendente de rosario Rodolfo Rugeri. Ellos eran funcionarios considerados recuperables. Después venían los del proceso. Y después los irrecuperables que habían tenido militancia política como yo, en la JUP.”
De su paso por Coronda, Seminara recordó al desaparecido y víctima de la causa Daniel Gorosito. “Recuerdo los gritos de Gorosito cuando lo vinieron a buscar. Sabía que lo iban a matar”, refirió el sobreviviente.
En respuesta a una pregunta de los abogados de los represores sobre cómo era que conocía a Scortechini, Seminara explicó: “Lo conocí con un grupo de la Asociación Cristiana de Jóvenes de adolescentes de 14 a 16 años dentro del grupo. Como en toda institución deportiva nos reuníamos por edad y hacíamos actividades lúdicas y recreativas”.
Un tiro por la culata
La defensa de Scortechini presentó un testigo para refutar los dichos de Seminara pero la jugada le salió muy mal. Alejandro Bird dio un testimonio que por momentos rosó el ridículo.
La declaración de Bird comenzó con una pregunta del abogado de Scortechini, Germán Artola, quien lo consultó si “¿Conoce alguno de los imputados?”.
Bird respondió que “a Scorteccini, José Carlos, de la infancia, éramos vecinos, íbamos a la ACJ. Jugábamos fútbol, ping pong, básquet, ladrón y policía”. El testigo también reconoció conocer “a Seminara de la ACJ, éramos todos un grupo y nos saludábamos porque nos veíamos cuando jugábamos al fútbol”, y de esa manera confirmó ‒sin saberlo‒ los dichos de Seminara.
Además declararon este miércoles Cristina Rinaldi y los hermanos Roberto y Walter Hyon.
Seminara declaró ante el Tribunal Oral federal Nº 2 de Rosario que fue detenido en julio de 1976 mientras hacia la colimba. “En la guardia de personal del 2º Cuerpo de Ejército –recordó el testigo– un uniformado y otro de civil me introducen a una sala y me sacan mi pertenencias me golpean y me dicen que estoy detenido. Luego soy subido a una avioneta donde el conductor saca una pistola y me dice «mirá pibe cualquier cosa que hagas te fusilamos acá nomás»”.
El actual vicerrector de la UNR contó cómo fue torturado una vez en el Servicio de Informaciones: “Me llevan a los golpes y me suben por una escalera. Alcanzo a ver que era una especie de sala de guardia donde había otras personas vendadas y tiradas en el piso. Me desnudan, yo venía vestido de soldado. Me vendan y llevan a una sala y me golpean la cabeza contra la pared y contra el piso, venían otros y me tiraban y caía al piso, así 2 o 3 horas”.
El calvario de Seminara no terminó ahí. “Luego me quemaron con cigarrillos entre 30 y 40 quemaduras, en todo el cuerpo –continuó el testigo–. Acto seguido vino el especialista interrogador y dijo «éste va directo a la parrilla». Era una parrilla médica. Me ataron manos y piernas, me mojaron el cuerpo y me metieron picana. Previo a esto me aplicaron el submarino”.
Eduardo Seminara indicó que “las sesiones de tortura con picana eléctrica tenían un supervisor médico, o estudiante avanzado de medicina, y por ahí decía «pará que se va», como que me iba a morir. La picana era aplicada en varias partes del cuerpo, las de mayor sensibilidad. El cuerpo se recalienta. Recuerdo que me mojaban y ponían el ventilador”.
El sobreviviente señaló que le preguntaban sobre su militancia en la Juventud Peronista y que “un día se acercó José Scortechini (uno de los seis acusados del juicio) y me dijo «no seas boludo no te hagas matar en la tortura». No dudo que era Scortechini, él sabía quién era yo y yo sabía que él era policía”.
El Vice Rector del la UNR prosiguió su crudo relato: “Así estuve siete días, sin comer, sin tomar agua. Recuerdo a Sonia que cada tanto pasaba con un trapo mojado y me mojaba los labios. Tomaba agua del inodoro, recuerdo a un detenido de apellido Vilches, que fue el único que me acercó una fruta”.
Entre otros de los integrantes de la patota de Feced, Seminara identificó a Rubén Lofiego y a Mario Marcote.
“Tengo problemas circulatorios por las torturas, tuve infecciones en las piernas y en las manos, nunca tuve atención médica salvo una clandestina por un enfermero de la U3 que no recuerdo su nombre. Las cárceles estaban bajo las ordenes del 2º cuerpo de ejército y las administraba gendarmería”, agregó el testigo.
Seminara contó que “también vi en un momento cómo le daban comida a otros presos, a través de la venda, a un civil llamado Carlos Brunatto alias Tu Sam”.
El testimonio de Seminara continuó con la misma intensidad. “De allí fui trasladado a la U3 en un celular a cargo del la policía provincial‒denunció‒. Recuerdo a otros detenidos como Milberg, Chiartano y Corbella. Cuando llegamos, por el estado en que lo hicimos, un médico no quiso recibirme. Yo pesaba 40 o 45 kilos. Luego de un acta fuimos trasladados a un pabellón celular. Allí encontré a Pedro Galeano, un estudiante de Ciencias Económicas que estaba muy golpeado, no podía moverse por sus propios medios. Con Corbella manifestamos la preocupación, y hablamos con otros presos y no nos explicábamos el sadismo contra él. Nos enteramos que era consecuencia de tirarlo al aire varias veces y dejarlo caer con su cuerpo contra el piso. Luego lo sacaron y otros detenidos dicen que le aplicaron la ley de fuga, no podría haberse fugado porque su cuerpo no lo permitía, todos los que estábamos en el pabellón lo sabíamos. Fue asesinado”.
El testigo recordó que de la U3 fueron trasladados a Coronda. “Ahí a los detenidos de Rosario los custodiaba gente del Batallón 121 y a los de Santa Fe gente del 122. Nosotros estábamos a cargo del General Roulet. Coronda ya tenía una estructura organizada por el ejercito. Recuerdo al Doctor Rosúa, a Rubén Dunda, al ex intendente de rosario Rodolfo Rugeri. Ellos eran funcionarios considerados recuperables. Después venían los del proceso. Y después los irrecuperables que habían tenido militancia política como yo, en la JUP.”
De su paso por Coronda, Seminara recordó al desaparecido y víctima de la causa Daniel Gorosito. “Recuerdo los gritos de Gorosito cuando lo vinieron a buscar. Sabía que lo iban a matar”, refirió el sobreviviente.
En respuesta a una pregunta de los abogados de los represores sobre cómo era que conocía a Scortechini, Seminara explicó: “Lo conocí con un grupo de la Asociación Cristiana de Jóvenes de adolescentes de 14 a 16 años dentro del grupo. Como en toda institución deportiva nos reuníamos por edad y hacíamos actividades lúdicas y recreativas”.
Un tiro por la culata
La defensa de Scortechini presentó un testigo para refutar los dichos de Seminara pero la jugada le salió muy mal. Alejandro Bird dio un testimonio que por momentos rosó el ridículo.
La declaración de Bird comenzó con una pregunta del abogado de Scortechini, Germán Artola, quien lo consultó si “¿Conoce alguno de los imputados?”.
Bird respondió que “a Scorteccini, José Carlos, de la infancia, éramos vecinos, íbamos a la ACJ. Jugábamos fútbol, ping pong, básquet, ladrón y policía”. El testigo también reconoció conocer “a Seminara de la ACJ, éramos todos un grupo y nos saludábamos porque nos veíamos cuando jugábamos al fútbol”, y de esa manera confirmó ‒sin saberlo‒ los dichos de Seminara.
Además declararon este miércoles Cristina Rinaldi y los hermanos Roberto y Walter Hyon.