Juicio Díaz Bessone: Didáctica del terror
En el juicio a los represores del Servicio de Informaciones de la policía de Rosario –lugar donde funcionó el centro clandestino de detención más grande de la dictadura en Santa Fe–, declararon este lunes cuatro testigos y dos represores que pidieron ampliar su indagatoria. Marcelo de la Torre, uno de los sobrevivientes, no pudo contener su indignación frente a un insulto del abogado del general retirado Ramón Díaz Bessone, Gonzalo Miño, que usó indistintamente los verbos “recibir” y “torturar” para indicar un secuestro ilegal seguido de la aplicación de tormentos. “Que gracioso para usted es lo mismo recibir que torturar”, respondió de la Torre. Otro de los sobrevivientes que ofreció su testimonio fue Carlos Corbella, quien agradeció la posibilidad de juzgar a sus captores “al compañero Néstor Kirchner”.
Una clase abierta
Marcelo de la Torre hoy es docente universitario. Quizás por su costumbre de estar al frente de sus alumnos, el testimonio que brindó tuvo un tono pedagógico. Su declaración fue clara y didáctica. Una verdadera lección sobre lo que fue el terrorismo de estado.
De la Torre fue el segundo testigo en declarar este lunes en el proceso que se sigue contra los seis imputados de la causa Feced llevados a juicio oral. Los acusados, además del militar Ramón Díaz Bessone, son los policías José Rubén Lofiego, José Scortechini, Ramón Vergara, Mario Marcote y el civil Ricardo Chomicky. A todos se los sindica como autores de los delitos de privación ilegítima de la libertad, aplicación de tormentos y asociación ilícita. Bessone y Lofiego también están incriminados por numerosos homicidios.
Al comienzo de su testimonio Marcelo de la Torre –sus compañeros los apodaban Mosquito– aclaró que ya declaró “cuatro veces en torno a los hechos” que se están juzgando.
“Cuando se da el golpe salgo de Rosario –arrancó el testigo–, permanecí oculto hasta junio de 1976. Mi padre me manifiesta que la situación estaba difícil, me cuenta de compañeros, que había hablado con su hermano, Coronel retirado, estaba haciendo gestiones. El 28 de junio me presento en el Comando del Segundo Cuerpo. Allí estoy varios días, fui interrogado, soy sacado encapuchado en un auto y llevado a Jefatura”. Luego amplió: “Creíamos que no había mayor preocupación en cuanto a un adolescente de 17 años”.
“El Servicio de Informaciones era un lugar infernal, los detenidos eran, más que detenidos, cuerpos yacentes totalmente dañados, vendados, tirados. Con el transcurso de los días pude identificar compañeros que conocía de la UES” explicó el docente. “Se me obligó a permanecer en la tortura de Patricia Antelo”, dijo y agregó que durante su secuestro estuvo en contacto con Jorge Palombo, a quien vio “muy deteriorado por las torturas y golpes” y apuntó que “el caso más impresionante fue el de Chiartano”.
El testigo describió que el lugar “era de tortura permanente” e indicó que los personajes acusados eran quienes dirigían el centro de torturas, aunque observó que “faltan muchos” de los que ahí actuaron.
De la Torre relató el el recorrido por los distintos centros de detención que los pasearon los represores. El sobreviviente aludió a los “pseudos tribunales que nos juzgaban” y aseguró que “así como está esta cara asesina –señaló a sus captores–, está la cara institucional. Yo fui juzgado junto con Segarra y Antelo por tribunales militares, siendo civiles y menores”.
Marcelo rememoró la “tesonera labor” de su padre y Luis Burgos, que trajinaron tribunales de todo tipo, realizaron infinidad de presentaciones y fundaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
De la Torre afirmó que “Lofiego era el torturador principal, como puerta del infierno. Lofiego torturaba a Antelo y Caramelo (Carlos Ulpiano Altamirano) me decía 'si no hablás la vamos a matar'”. El testigo también señaló a los jueces los apodos y nombres de otros integrantes de la patota como el Cura (Marcote), Archi (Scorteccini), Guzmán Alfaro y Ronco.
“Ustedes van a hacer justicia luego de 35 años. Esta gente en el mejor de los casos va a ir a prisión domiciliaria, no es lo que les pasó a nuestros compañeros”, se quejó el testigo.
Ante una pregunta de Gonzalo Miño, el defensor del Díaz Bessone, que lo consultó sobre “quien los recibió, quien lo torturó” cuando llegó al SI, de la Torre respondió indignado: “Que graciosa la semántica que maneja, para usted es lo mismo recibir que torturar”.
El testimonio de Corbella
El primero en testificar este lunes fue Carlos Corbella. “El Bocha” –apodo que arrastra desde su militancia en la Juventud trabajadora Peronista–, declaró al Tribunal cómo fue secuestrado el 29 de junio de 1976 y llevado al Servicio de Informaciones (SI) de la policía de Rosario: “en el SI el trato fue muy duro. Un día me llevaron a la sala de tortura, me desnudaron me ataron los tobillos y en una especie de aparejo me levantaron hasta que quede cabeza abajo y con una especie de manopla me empezaron a golpear en el pecho y en el estomago. La picana paso por todo el cuerpo sobretodo en la boca y los genitales”.
El testigo identificó que “la tortura la dirigía el mudo Guzmán Alfaro y la ejecución concreta la hacia el Ciego (Rubén) Lofiego”, y agregó que “a pesar de estar vendado pude ver a dos de los represores, al Cura (Mario) Marcote y a otro de sobrenombre Rommel (Ramón Ibarrra)”.
En un tramo de su testimonio el sobreviviente historizó el macabro derrotero que sufrió su familia durante la dictadura. “Mi prima María Cristina Márquez fue asesinada en la conocida masacre de los Surgentes –aseguró Corbella–. Mi esposa Lidia Borda fue detenida y también estuvo en el SI. Estando ella detenida desapareció mi cuñado Roberto Borda”.
Pero el relato sobre la masacre familiar no terminó ahí. El testigo afirmó que “luego fueron detenidas la prima de mi mujer Ani Valle y Beti Aguilera que fueron salvajemente torturadas. Se invento un enfrentamiento y aparecieron muertas de la facultad de Odontologia, asesinadas a balazos. Posteriormente su primo Juan Carlos Valle, el Cali, que se encontraba haciendo el servicio militar en Mar del Plata, fue sacado de allí traído al SI para ser asesinado y su cuerpo no fue encontrado”.
Corbella –en la actualidad es el titular de la Mutual de Trabajadores Municipales– concluyó emocionado: “Yo hoy declaro por los compañeros que no están y por los organismos de derechos humanos que lucharon por este momento. Quiero agradecer a Madres, Abuelas y a HIJOS y humildemente quería rendir un homenaje al compañero Néstor Kirchner porque si no hubiera sido por la política de derechos humanos que llevó adelante esto tampoco hubiera sido posible”.
Represores que hablan
Antes de las declaraciones de los testigos Carlos Corbella, Marcelo de la Torre, Alberto Chiartano y Mario Luraschi volvieron a hacer uso de su derecho de defensa dos de los imputados, Mario Marcote y José Scortechini. Marcote intentó despegarse de las acusaciones y declaró que “mientras estaba a cargo Saichuc nunca salí a hacer operativos” y agregó que “recién cuando empezo Guzman Alfaro emepece a salir”, pero sólo “para confeccionar actas”. Marcote además escrachó a un ex camarada de la patota. “Respecto al oficical rubio que usaba bigotes, que estaba con Lofiego, no soy yo sino que se trata del oficial Grifo”, apuntó el ex policía. Por su parte Scortechini se encargó de atacar el testimonio de Alfredo Vivono, uno de los sobrevientes del SI.
Una clase abierta
Marcelo de la Torre hoy es docente universitario. Quizás por su costumbre de estar al frente de sus alumnos, el testimonio que brindó tuvo un tono pedagógico. Su declaración fue clara y didáctica. Una verdadera lección sobre lo que fue el terrorismo de estado.
De la Torre fue el segundo testigo en declarar este lunes en el proceso que se sigue contra los seis imputados de la causa Feced llevados a juicio oral. Los acusados, además del militar Ramón Díaz Bessone, son los policías José Rubén Lofiego, José Scortechini, Ramón Vergara, Mario Marcote y el civil Ricardo Chomicky. A todos se los sindica como autores de los delitos de privación ilegítima de la libertad, aplicación de tormentos y asociación ilícita. Bessone y Lofiego también están incriminados por numerosos homicidios.
Al comienzo de su testimonio Marcelo de la Torre –sus compañeros los apodaban Mosquito– aclaró que ya declaró “cuatro veces en torno a los hechos” que se están juzgando.
“Cuando se da el golpe salgo de Rosario –arrancó el testigo–, permanecí oculto hasta junio de 1976. Mi padre me manifiesta que la situación estaba difícil, me cuenta de compañeros, que había hablado con su hermano, Coronel retirado, estaba haciendo gestiones. El 28 de junio me presento en el Comando del Segundo Cuerpo. Allí estoy varios días, fui interrogado, soy sacado encapuchado en un auto y llevado a Jefatura”. Luego amplió: “Creíamos que no había mayor preocupación en cuanto a un adolescente de 17 años”.
“El Servicio de Informaciones era un lugar infernal, los detenidos eran, más que detenidos, cuerpos yacentes totalmente dañados, vendados, tirados. Con el transcurso de los días pude identificar compañeros que conocía de la UES” explicó el docente. “Se me obligó a permanecer en la tortura de Patricia Antelo”, dijo y agregó que durante su secuestro estuvo en contacto con Jorge Palombo, a quien vio “muy deteriorado por las torturas y golpes” y apuntó que “el caso más impresionante fue el de Chiartano”.
El testigo describió que el lugar “era de tortura permanente” e indicó que los personajes acusados eran quienes dirigían el centro de torturas, aunque observó que “faltan muchos” de los que ahí actuaron.
De la Torre relató el el recorrido por los distintos centros de detención que los pasearon los represores. El sobreviviente aludió a los “pseudos tribunales que nos juzgaban” y aseguró que “así como está esta cara asesina –señaló a sus captores–, está la cara institucional. Yo fui juzgado junto con Segarra y Antelo por tribunales militares, siendo civiles y menores”.
Marcelo rememoró la “tesonera labor” de su padre y Luis Burgos, que trajinaron tribunales de todo tipo, realizaron infinidad de presentaciones y fundaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
De la Torre afirmó que “Lofiego era el torturador principal, como puerta del infierno. Lofiego torturaba a Antelo y Caramelo (Carlos Ulpiano Altamirano) me decía 'si no hablás la vamos a matar'”. El testigo también señaló a los jueces los apodos y nombres de otros integrantes de la patota como el Cura (Marcote), Archi (Scorteccini), Guzmán Alfaro y Ronco.
“Ustedes van a hacer justicia luego de 35 años. Esta gente en el mejor de los casos va a ir a prisión domiciliaria, no es lo que les pasó a nuestros compañeros”, se quejó el testigo.
Ante una pregunta de Gonzalo Miño, el defensor del Díaz Bessone, que lo consultó sobre “quien los recibió, quien lo torturó” cuando llegó al SI, de la Torre respondió indignado: “Que graciosa la semántica que maneja, para usted es lo mismo recibir que torturar”.
El testimonio de Corbella
El primero en testificar este lunes fue Carlos Corbella. “El Bocha” –apodo que arrastra desde su militancia en la Juventud trabajadora Peronista–, declaró al Tribunal cómo fue secuestrado el 29 de junio de 1976 y llevado al Servicio de Informaciones (SI) de la policía de Rosario: “en el SI el trato fue muy duro. Un día me llevaron a la sala de tortura, me desnudaron me ataron los tobillos y en una especie de aparejo me levantaron hasta que quede cabeza abajo y con una especie de manopla me empezaron a golpear en el pecho y en el estomago. La picana paso por todo el cuerpo sobretodo en la boca y los genitales”.
El testigo identificó que “la tortura la dirigía el mudo Guzmán Alfaro y la ejecución concreta la hacia el Ciego (Rubén) Lofiego”, y agregó que “a pesar de estar vendado pude ver a dos de los represores, al Cura (Mario) Marcote y a otro de sobrenombre Rommel (Ramón Ibarrra)”.
En un tramo de su testimonio el sobreviviente historizó el macabro derrotero que sufrió su familia durante la dictadura. “Mi prima María Cristina Márquez fue asesinada en la conocida masacre de los Surgentes –aseguró Corbella–. Mi esposa Lidia Borda fue detenida y también estuvo en el SI. Estando ella detenida desapareció mi cuñado Roberto Borda”.
Pero el relato sobre la masacre familiar no terminó ahí. El testigo afirmó que “luego fueron detenidas la prima de mi mujer Ani Valle y Beti Aguilera que fueron salvajemente torturadas. Se invento un enfrentamiento y aparecieron muertas de la facultad de Odontologia, asesinadas a balazos. Posteriormente su primo Juan Carlos Valle, el Cali, que se encontraba haciendo el servicio militar en Mar del Plata, fue sacado de allí traído al SI para ser asesinado y su cuerpo no fue encontrado”.
Corbella –en la actualidad es el titular de la Mutual de Trabajadores Municipales– concluyó emocionado: “Yo hoy declaro por los compañeros que no están y por los organismos de derechos humanos que lucharon por este momento. Quiero agradecer a Madres, Abuelas y a HIJOS y humildemente quería rendir un homenaje al compañero Néstor Kirchner porque si no hubiera sido por la política de derechos humanos que llevó adelante esto tampoco hubiera sido posible”.
Represores que hablan
Antes de las declaraciones de los testigos Carlos Corbella, Marcelo de la Torre, Alberto Chiartano y Mario Luraschi volvieron a hacer uso de su derecho de defensa dos de los imputados, Mario Marcote y José Scortechini. Marcote intentó despegarse de las acusaciones y declaró que “mientras estaba a cargo Saichuc nunca salí a hacer operativos” y agregó que “recién cuando empezo Guzman Alfaro emepece a salir”, pero sólo “para confeccionar actas”. Marcote además escrachó a un ex camarada de la patota. “Respecto al oficical rubio que usaba bigotes, que estaba con Lofiego, no soy yo sino que se trata del oficial Grifo”, apuntó el ex policía. Por su parte Scortechini se encargó de atacar el testimonio de Alfredo Vivono, uno de los sobrevientes del SI.