Mujer ex policía complica la suerte de los represores de la patota de Feced
La ex oficial Mirta Beatríz Gallardo, quien revistió en la Alcaldía de mujeres de la Jefatura de policía de Rosario, deschavó este lunes ante los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 2 los nombres de los integrantes de la patota de Feced y las atrocidades que cometieron en el Servicio de Informaciones (SI).
En un testimonio que fue clave para confirmar los dichos de los sobrevivientes del SI, ya que en este caso viene de boca de una ex oficial de policía, la calificada testigo complicó seriamente la suerte de los represores imputados en la causa, y señaló otros tantos nombres que dijo “no entender por qué no están siendo juzgados”.
La mujer policía, recordó que trabajó en la Alcaldía de mujeres en la Jefatura de Policía tiempo después del golpe en 1976, hasta entrado el año 1977, y que “antes había trabajado para Juan José Seichuck en Seguridad Personal de la policía provincial”, donde conoció José Lo Fiego (imputado en este juicio), y Carlos Altamirano (alias Caramelo, procesado en otra parte del mismo expediente).
La testigo consignó que en la Alcaldía en la parte del subsuelo “había sólo subversivas”, a las que traían personal de la policía, de la federal, o de otras fuerzas. Gallardo refirió que todas sabían que los hombres que las traían portaban “credenciales truchas”, y que bajo esos documentos falsos “quedaban registrados en libros de guardia de la Alcaldía”, aunque reconoció que ella conocía sus nombres verdaderos.
La policía retirada ‒que hace unos años recibió un diploma como “policía distinguida” por el Concejo Municipal de Rosario‒, recordó un episodio vivido en la Jefatura que le valió una detención, un posterior traslado y que se ganara el apodo de “la montonera” entre los hombres de la patota de Feced.
“Un día cuatro hombres que decían que eran de la Federal, en mayo del 76 creo, traen a una mujer en un colchón, muy joven, muy bonita. Cuando me acerco veo que ese está muriendo. Le dije «vos estás mal». Ellos contestan «lo que pasa que uno de los nuevos, el boludo, le dio agua después que la trabajamos»”. La testigo explicó que “trabajar” era la manera de decir que le habían aplicado picana.
Gallardo contó que en ese momento ella dijo que “no la iba a recibir, que se iba a morir, que no se va a hacer responsable, que se la lleven”. Y comentó que los que la traían le dijeron que la tenía que recibir, ya que era “una orden del comandante”(Feced). “Yo les pedí entonces que la manden por escrito, relató Gallardo.
“Al rato la llama Corrales, que era el secretario personal de Feced, su mano derecha", describió la testigo y agregó: “Me llama la atención que Corrales no esté detenido, porque manejaba todo, era terrible con los detenidos y con el personal”.
La testigo continuó con el relato del episodio e indicó que finalmente a la mujer no la ingresan en la Alcaldía, y que cuando volvió al otro día a su trabajo no la dejaron entrar, le dijeron que quedaba arrestada por 15 días, y que iba a cumplir el arresto en su casa, pero que primero tenía que ir a la Alcaldía de tribunales.
Gallardo declaró que ahí la detuvieron y como conocía al guardia, pidió ir al baño y se escapó para hablar con el (en ese momento) juez de faltas, Jorge Eldo Juárez, a quien conocía porque había trabajado con él. “Le conté lo que me pasó llorando y muy asustada. Juárez me dijo que se iba a ocupar que me quede tranquila, y a las horas me liberan”.
La ex policía explicó que después de eso la trasladaron dentro de la fuerza a la localidad de Melincué. Pero que desde ese entonces la empiezan a agredir y que le decían cosas como “acá lega la montonera”. También recordó que en un momento amenazaron a su familia, al decirle que le iban a poner una bomba en la casa.
La testigo comentó que luego siguió sufriendo traslados; Vera, Reconquista y otros lugares, hasta que fue cesanteada en el año 1980. Contó además que recién fue reincorporada a la policía en el año 1987.
Gallardo afirmó que en la Jefatuta, “cuando había un procedimiento o traían detenidos, sonaba un silbato, y eso quería decir que nadie podía salir”. Y recordó que un día, que no aguantó la curiosidad y se asomó al SI, “vio varios cuerpos colgados”. “No es buena la comparación ‒dijo la testigo‒, pero estaban como se cuelgan las reses de las vacas, parecían estar sin vida. Yo me fui corriendo, estaba descompuesta, mis compañeras me preguntaron que me pasaba y yo no les podía decir, porque me mataban”.
Gallardo recordó además que mientras estuvo hubo dos bebés en la Alcaldía. “A la nena la sacaba una hora por día al sol. Hasta que un día llegué y no estaban más”, señaló.
La testigo brindó varios nombres de los integrantes de la patota entre los que mencionó a “ La Pirincha, Antigiovani, Lo Fiego, Marcote, Altamirano, Nast, Corrales”, y luego acotó: “un grupo pesadito”.
También declaró este lunes el integrante de Familiares de desaparecidos y dirigente del gremio de los trabajadores telefónicos, Héctor Chinche Medina.
Medina, quien fue detenido político y estuvo en numerosas cárceles de la dictadura, ofreció su testimonio para ilustrar el trabajo que despeño Familiares a principios de la democracia, y para dar cuenta de lo que sus compañeros presos de Coronda le relataron de lo que ocurría en el SI por aquellos años.
En ese sentido Medina ‒cuyo hermano Oscar está desparecido‒ recordó a varios de sus compañeros de prisión que venían del SI, como “Ramos, Tossi, Vivono, Seminara”, y relató hechos que ellos le comentaron, que fueron coincidentes con los testimonios que dichas personas ‒también testigos de este juicio‒ ofrecieron oportunamente.
Al cierre de su testimonio, Medina recordó los episodios sufridos por Silvia Suppo (la testigo de la causa Brusa, asesinada el año pasado en Rafaela) y el más reciente de Víctor Martínez (quien estuvo desaparecido dos días la pasada semana), y reclamó en nombre de la asociación de ex presos que los todos testigos vengan a declarar, que no se dejen amedrentar”.
Cabe recordar que el juicio tiene como imputados al ex titular del Segundo Cuerpo, Ramón Genaro Díaz Bessone; a los ex policías rosarinos José Carlos Scortechini, Ramón Rito Vergara, Mario Alfredo Marcote y José Rubén Lo Fiego; y al civil acusado de complicidad con la dictadura Ricardo Miguel Chomicky.
En un testimonio que fue clave para confirmar los dichos de los sobrevivientes del SI, ya que en este caso viene de boca de una ex oficial de policía, la calificada testigo complicó seriamente la suerte de los represores imputados en la causa, y señaló otros tantos nombres que dijo “no entender por qué no están siendo juzgados”.
La mujer policía, recordó que trabajó en la Alcaldía de mujeres en la Jefatura de Policía tiempo después del golpe en 1976, hasta entrado el año 1977, y que “antes había trabajado para Juan José Seichuck en Seguridad Personal de la policía provincial”, donde conoció José Lo Fiego (imputado en este juicio), y Carlos Altamirano (alias Caramelo, procesado en otra parte del mismo expediente).
La testigo consignó que en la Alcaldía en la parte del subsuelo “había sólo subversivas”, a las que traían personal de la policía, de la federal, o de otras fuerzas. Gallardo refirió que todas sabían que los hombres que las traían portaban “credenciales truchas”, y que bajo esos documentos falsos “quedaban registrados en libros de guardia de la Alcaldía”, aunque reconoció que ella conocía sus nombres verdaderos.
La policía retirada ‒que hace unos años recibió un diploma como “policía distinguida” por el Concejo Municipal de Rosario‒, recordó un episodio vivido en la Jefatura que le valió una detención, un posterior traslado y que se ganara el apodo de “la montonera” entre los hombres de la patota de Feced.
“Un día cuatro hombres que decían que eran de la Federal, en mayo del 76 creo, traen a una mujer en un colchón, muy joven, muy bonita. Cuando me acerco veo que ese está muriendo. Le dije «vos estás mal». Ellos contestan «lo que pasa que uno de los nuevos, el boludo, le dio agua después que la trabajamos»”. La testigo explicó que “trabajar” era la manera de decir que le habían aplicado picana.
Gallardo contó que en ese momento ella dijo que “no la iba a recibir, que se iba a morir, que no se va a hacer responsable, que se la lleven”. Y comentó que los que la traían le dijeron que la tenía que recibir, ya que era “una orden del comandante”(Feced). “Yo les pedí entonces que la manden por escrito, relató Gallardo.
“Al rato la llama Corrales, que era el secretario personal de Feced, su mano derecha", describió la testigo y agregó: “Me llama la atención que Corrales no esté detenido, porque manejaba todo, era terrible con los detenidos y con el personal”.
La testigo continuó con el relato del episodio e indicó que finalmente a la mujer no la ingresan en la Alcaldía, y que cuando volvió al otro día a su trabajo no la dejaron entrar, le dijeron que quedaba arrestada por 15 días, y que iba a cumplir el arresto en su casa, pero que primero tenía que ir a la Alcaldía de tribunales.
Gallardo declaró que ahí la detuvieron y como conocía al guardia, pidió ir al baño y se escapó para hablar con el (en ese momento) juez de faltas, Jorge Eldo Juárez, a quien conocía porque había trabajado con él. “Le conté lo que me pasó llorando y muy asustada. Juárez me dijo que se iba a ocupar que me quede tranquila, y a las horas me liberan”.
La ex policía explicó que después de eso la trasladaron dentro de la fuerza a la localidad de Melincué. Pero que desde ese entonces la empiezan a agredir y que le decían cosas como “acá lega la montonera”. También recordó que en un momento amenazaron a su familia, al decirle que le iban a poner una bomba en la casa.
La testigo comentó que luego siguió sufriendo traslados; Vera, Reconquista y otros lugares, hasta que fue cesanteada en el año 1980. Contó además que recién fue reincorporada a la policía en el año 1987.
Gallardo afirmó que en la Jefatuta, “cuando había un procedimiento o traían detenidos, sonaba un silbato, y eso quería decir que nadie podía salir”. Y recordó que un día, que no aguantó la curiosidad y se asomó al SI, “vio varios cuerpos colgados”. “No es buena la comparación ‒dijo la testigo‒, pero estaban como se cuelgan las reses de las vacas, parecían estar sin vida. Yo me fui corriendo, estaba descompuesta, mis compañeras me preguntaron que me pasaba y yo no les podía decir, porque me mataban”.
Gallardo recordó además que mientras estuvo hubo dos bebés en la Alcaldía. “A la nena la sacaba una hora por día al sol. Hasta que un día llegué y no estaban más”, señaló.
La testigo brindó varios nombres de los integrantes de la patota entre los que mencionó a “ La Pirincha, Antigiovani, Lo Fiego, Marcote, Altamirano, Nast, Corrales”, y luego acotó: “un grupo pesadito”.
También declaró este lunes el integrante de Familiares de desaparecidos y dirigente del gremio de los trabajadores telefónicos, Héctor Chinche Medina.
Medina, quien fue detenido político y estuvo en numerosas cárceles de la dictadura, ofreció su testimonio para ilustrar el trabajo que despeño Familiares a principios de la democracia, y para dar cuenta de lo que sus compañeros presos de Coronda le relataron de lo que ocurría en el SI por aquellos años.
En ese sentido Medina ‒cuyo hermano Oscar está desparecido‒ recordó a varios de sus compañeros de prisión que venían del SI, como “Ramos, Tossi, Vivono, Seminara”, y relató hechos que ellos le comentaron, que fueron coincidentes con los testimonios que dichas personas ‒también testigos de este juicio‒ ofrecieron oportunamente.
Al cierre de su testimonio, Medina recordó los episodios sufridos por Silvia Suppo (la testigo de la causa Brusa, asesinada el año pasado en Rafaela) y el más reciente de Víctor Martínez (quien estuvo desaparecido dos días la pasada semana), y reclamó en nombre de la asociación de ex presos que los todos testigos vengan a declarar, que no se dejen amedrentar”.
Cabe recordar que el juicio tiene como imputados al ex titular del Segundo Cuerpo, Ramón Genaro Díaz Bessone; a los ex policías rosarinos José Carlos Scortechini, Ramón Rito Vergara, Mario Alfredo Marcote y José Rubén Lo Fiego; y al civil acusado de complicidad con la dictadura Ricardo Miguel Chomicky.