Testimonios de Carlos y Alejandro Novillo
El 28 febrero del 1977 tres hermanos, Carlos, Alejandro y Jorge Novillo, fueron secuestrados en Rosario y llevados al centro de detención La Calamita. Carlos y Alejandro brindaron sus testimonios este martes ante el Tribunal Oral Federal Nº 1. Jorge, de quien se sabe que posteriormente fue trasladado a la Quinta de Funes, continúa desaparecido. Los dos sobrevivientes identificaron al represor imputado Juan Amelong como uno de sus captores.
Luego de las declaraciones testimoniales de la ex detenida Mercedes Domínguez y el periodista de Clarín Mauro Aguilar brindadas a la mañana de este martes, llegó el turno de los hermanos Carlos y Alejandro Novillo. A continuación se reproducen algunos de los fragmentos más sobresalientes de ambos testimonios:
Testimonio de Carlos Novillo, un pibe de 17 años.
“El 28 de febrero vinimos de Venado Tuerto a ayudar a hacer la mudanza a mi hermano Jorge, con mi otro hermano Alejandro. Al mediodía vamos a un bar, comemos y luego vamos al Pasaje Nelson, donde vivía Jorge a esperar el camión paraa buscar los muebles. Jorge estaba un poco ansioso. Ahí se produce un procedimiento. Yo trato de escaparme y luego me entrego. Nos tiran al piso y nos llevan. Nos robaron todo lo que había en la casa”.
“Me ingresan en un auto chico, puede ser un 128, en la parte de atrás, tapado. Hacemos un recorrido de 1 hora aproximadamente, pasamos unas vías varias veces. Ingresamos a una casa quinta, había olor a árboles, viento. Cuando ingresamos había un desnivel, en un momento siento los gritos de una mujer que decía “por favor basta””.
“Nos llevan a una habitación con azulejos blancos. Luego nos pasan a otra habitación a Alejandro y a mí. Había 6 o 7 personas vendadas, sentadas y en silencio. Trato de comunicarme con mi hermano. Y no me contesta, yo sabia que estaba ahí porque pude ver debajo de la venda”.
“En un momento me llaman y me dicen te acordás de mi, yo iba a la casa de mi tía Chiche, si salís avisale a mis viejos que estoy acá. Era un muchacho de San Luis que militaba en ATE. Está desaparecido”.
“En el baño había una puerta vaivén. En una oportunidad escucho que torturan a mi hermano. Que decía les voy a decir todo, pero hay cosas que no sé. Luego escucho que un muchacho joven daba sus posiciones ideológicas y políticas, y lo golpeaban”.
“En el mismo lugar había una cocina y había una radio que hablaban en código. Nos daban comida una vez al día, creo que pollo en mal estado. En la pieza de arriba, baja gente y empiezan a pedir un médico y dicen “esta chica no nos avisó que estaba embarazada”.
Había una tormenta importante, se abre la puerta y le digo a mi hermano que nos escapemos, pero me dice que no teníamos fuerza”.
“Sentí nombres, Sebastían, el Puma. En una oportunidad le pregunto a alguien que iba a pasar con nosotros y me dicen “sabías que tu hermano es montonero”, le digo no, que era de la JUP”.
“En el lugar sentimos aviones y trenes. Una vez sentimos que estaban probando un auto alrededor de la quinta, por el ruido sabíamos que era el de mi padre, 125”.
“Una vez viene una persona y le pregunta a mi hermano “si había conocido a Ámelong, mi hermano había hecho la colimba en el mismo lugar que él. Luego mi hermano me dice que ese era el Sub teniente Amelong”.
“Pasados unos días viene Sebastían y me dice: “su padre puede estar contento, de tres les devolvimos dos”. Nos dan plata, nos dicen que nos van a largar, nos dejan y nos dicen que contemos hasta cien. Al parecer la máxima autoridad era el Comandante Sebastián”.
“Un día viajamos de Venado hasta el comando 121 junto con el capitán Cespi (amigo de mi padre), para hablar con el Mayor Morales. Este le dijo: pregúntele a los montoneros, pregúntele al ERP. A mi padre le daban información a cambio de dinero, le habían dicho que mi hermano estaba en una quinta de Funes, cerca de la YPF”.
“A partir del año 2003 me presento en la defensoría del pueblo, mi madre en el año 83´no nos había dejado hacer la denuncia porque decía que el aparato represivo estaba intacto. Me derivan a la doctora Inés Cossi, del movimiento ecuménico, y luego venimos a declarar con Matilde Bruera, creo que ante el Juez Omar Digerónimo”.
“De ninguna manera me anima el odio, revanchismo, ni nada. Como cristiano siento pena por la familia de los imputados, sé lo que están pasando, nosotros pasamos por lo mismo. Solo quiero que se haga justicia.
Testimonio de Alejandro Novillo
“El 28 de Febrero de 1977, en casa de mi hermano de Pasaje Nelson, estaba descansando en el auto, cuando de repente se me acerca un hombre con camisa y pantalón color marrón y me ponen un fusil Fal en la cabeza. Nos entran a la casa y tiran a todos al piso del living y nos amordazan. Luego nos sacan y nos meten en un Fiat 128 y a mí en un Ford Falcon. Hacemos un viaje de 35 a 40 min, todo por asfalto, cruzamos tres veces unas vías del ferrocarril. Creo que para despistarnos”.
“Me sacan del baúl de los pelos, bajamos 2 o 3 escalones como un sótano, me tiran de los pelos y digo no me maten. Veo a una mujer desnuda que decía basta. Había una mujer en una cama que decía “basta, basta” y un hombre en frente de ella con delantal blanco. Me esposan junto con Carlos a una baranda de una escalera”.
“Estábamos en un pasillo de ocho metros de largo. Había un baño perpendicular a nosotros. Una cocina, fuera una sala de radio y en la misma pared una puerta vaivén que comunicaba a otra sala”.
“La quinta noche yo estaba entre dormido, se me acerca una de las personas que nos vigilaba y dice “este guacho nos está mirando”, saca una 9 milímetros, me la martilla en la cara y el otro le dice: “no está dormido”. Escuchamos a mi hermano Carlos que decía “tengo frío””.
“Comíamos una vez a la noche, nos daban arroz con pollo podrido.”
“Una noche siento que por radio decían “atención, atención… por dos puntos que ya hablamos, hay que dejarlos en libertad porque las langostas están que hierven. Al otro día me dicen que me higienice, miro por las ventanas del baño y veo unas cruces. Nos sacan por la puerta lateral donde se encontraba una doble hilera de árboles y una tranquera. Nos dan dinero y una persona me pregunta “¿donde hiciste la colimba, a quién conociste?”. “Al Sub teniente Amelong” respondí. El que me preguntaba era Amelong, reconocí su voz.
“Cuando me liberan viene una persona me da un golpe en la cabeza me dice, “chau, suerte novillo…” Ese también era el Sub teniente Amelong”.
“Cuando nos secuestran todos se dirigían a una persona que le llamaban “Sebastián”.
“Al baño tenía un lavatorio, un inodoro, un pequeña ventana que llegaba arriba de mi mentón. La ventana era más bien rectangular, la orientación era vertical”.
“Siempre se sentía que los guardias decían “María, dale con la comida”. Nos servían la comida en un plato de lata”.
“Escuché dos ruidos importantes: a mi derecha el tren que hacía sonar el silbato (por lo que pienso que había un paso nivel cerca) y más lejano ruidos de aviones”.
Imagen: Carlos Novillo (Rosario 12)
Luego de las declaraciones testimoniales de la ex detenida Mercedes Domínguez y el periodista de Clarín Mauro Aguilar brindadas a la mañana de este martes, llegó el turno de los hermanos Carlos y Alejandro Novillo. A continuación se reproducen algunos de los fragmentos más sobresalientes de ambos testimonios:
Testimonio de Carlos Novillo, un pibe de 17 años.
“El 28 de febrero vinimos de Venado Tuerto a ayudar a hacer la mudanza a mi hermano Jorge, con mi otro hermano Alejandro. Al mediodía vamos a un bar, comemos y luego vamos al Pasaje Nelson, donde vivía Jorge a esperar el camión paraa buscar los muebles. Jorge estaba un poco ansioso. Ahí se produce un procedimiento. Yo trato de escaparme y luego me entrego. Nos tiran al piso y nos llevan. Nos robaron todo lo que había en la casa”.
“Me ingresan en un auto chico, puede ser un 128, en la parte de atrás, tapado. Hacemos un recorrido de 1 hora aproximadamente, pasamos unas vías varias veces. Ingresamos a una casa quinta, había olor a árboles, viento. Cuando ingresamos había un desnivel, en un momento siento los gritos de una mujer que decía “por favor basta””.
“Nos llevan a una habitación con azulejos blancos. Luego nos pasan a otra habitación a Alejandro y a mí. Había 6 o 7 personas vendadas, sentadas y en silencio. Trato de comunicarme con mi hermano. Y no me contesta, yo sabia que estaba ahí porque pude ver debajo de la venda”.
“En un momento me llaman y me dicen te acordás de mi, yo iba a la casa de mi tía Chiche, si salís avisale a mis viejos que estoy acá. Era un muchacho de San Luis que militaba en ATE. Está desaparecido”.
“En el baño había una puerta vaivén. En una oportunidad escucho que torturan a mi hermano. Que decía les voy a decir todo, pero hay cosas que no sé. Luego escucho que un muchacho joven daba sus posiciones ideológicas y políticas, y lo golpeaban”.
“En el mismo lugar había una cocina y había una radio que hablaban en código. Nos daban comida una vez al día, creo que pollo en mal estado. En la pieza de arriba, baja gente y empiezan a pedir un médico y dicen “esta chica no nos avisó que estaba embarazada”.
Había una tormenta importante, se abre la puerta y le digo a mi hermano que nos escapemos, pero me dice que no teníamos fuerza”.
“Sentí nombres, Sebastían, el Puma. En una oportunidad le pregunto a alguien que iba a pasar con nosotros y me dicen “sabías que tu hermano es montonero”, le digo no, que era de la JUP”.
“En el lugar sentimos aviones y trenes. Una vez sentimos que estaban probando un auto alrededor de la quinta, por el ruido sabíamos que era el de mi padre, 125”.
“Una vez viene una persona y le pregunta a mi hermano “si había conocido a Ámelong, mi hermano había hecho la colimba en el mismo lugar que él. Luego mi hermano me dice que ese era el Sub teniente Amelong”.
“Pasados unos días viene Sebastían y me dice: “su padre puede estar contento, de tres les devolvimos dos”. Nos dan plata, nos dicen que nos van a largar, nos dejan y nos dicen que contemos hasta cien. Al parecer la máxima autoridad era el Comandante Sebastián”.
“Un día viajamos de Venado hasta el comando 121 junto con el capitán Cespi (amigo de mi padre), para hablar con el Mayor Morales. Este le dijo: pregúntele a los montoneros, pregúntele al ERP. A mi padre le daban información a cambio de dinero, le habían dicho que mi hermano estaba en una quinta de Funes, cerca de la YPF”.
“A partir del año 2003 me presento en la defensoría del pueblo, mi madre en el año 83´no nos había dejado hacer la denuncia porque decía que el aparato represivo estaba intacto. Me derivan a la doctora Inés Cossi, del movimiento ecuménico, y luego venimos a declarar con Matilde Bruera, creo que ante el Juez Omar Digerónimo”.
“De ninguna manera me anima el odio, revanchismo, ni nada. Como cristiano siento pena por la familia de los imputados, sé lo que están pasando, nosotros pasamos por lo mismo. Solo quiero que se haga justicia.
Testimonio de Alejandro Novillo
“El 28 de Febrero de 1977, en casa de mi hermano de Pasaje Nelson, estaba descansando en el auto, cuando de repente se me acerca un hombre con camisa y pantalón color marrón y me ponen un fusil Fal en la cabeza. Nos entran a la casa y tiran a todos al piso del living y nos amordazan. Luego nos sacan y nos meten en un Fiat 128 y a mí en un Ford Falcon. Hacemos un viaje de 35 a 40 min, todo por asfalto, cruzamos tres veces unas vías del ferrocarril. Creo que para despistarnos”.
“Me sacan del baúl de los pelos, bajamos 2 o 3 escalones como un sótano, me tiran de los pelos y digo no me maten. Veo a una mujer desnuda que decía basta. Había una mujer en una cama que decía “basta, basta” y un hombre en frente de ella con delantal blanco. Me esposan junto con Carlos a una baranda de una escalera”.
“Estábamos en un pasillo de ocho metros de largo. Había un baño perpendicular a nosotros. Una cocina, fuera una sala de radio y en la misma pared una puerta vaivén que comunicaba a otra sala”.
“La quinta noche yo estaba entre dormido, se me acerca una de las personas que nos vigilaba y dice “este guacho nos está mirando”, saca una 9 milímetros, me la martilla en la cara y el otro le dice: “no está dormido”. Escuchamos a mi hermano Carlos que decía “tengo frío””.
“Comíamos una vez a la noche, nos daban arroz con pollo podrido.”
“Una noche siento que por radio decían “atención, atención… por dos puntos que ya hablamos, hay que dejarlos en libertad porque las langostas están que hierven. Al otro día me dicen que me higienice, miro por las ventanas del baño y veo unas cruces. Nos sacan por la puerta lateral donde se encontraba una doble hilera de árboles y una tranquera. Nos dan dinero y una persona me pregunta “¿donde hiciste la colimba, a quién conociste?”. “Al Sub teniente Amelong” respondí. El que me preguntaba era Amelong, reconocí su voz.
“Cuando me liberan viene una persona me da un golpe en la cabeza me dice, “chau, suerte novillo…” Ese también era el Sub teniente Amelong”.
“Cuando nos secuestran todos se dirigían a una persona que le llamaban “Sebastián”.
“Al baño tenía un lavatorio, un inodoro, un pequeña ventana que llegaba arriba de mi mentón. La ventana era más bien rectangular, la orientación era vertical”.
“Siempre se sentía que los guardias decían “María, dale con la comida”. Nos servían la comida en un plato de lata”.
“Escuché dos ruidos importantes: a mi derecha el tren que hacía sonar el silbato (por lo que pienso que había un paso nivel cerca) y más lejano ruidos de aviones”.
Imagen: Carlos Novillo (Rosario 12)